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en la cocina de aquella casa
pegadita al borde
de Mones Cazón
sobre el acceso de tierra
surcado de sapos pisoteados
me encontré abuela Julia
con el zigzag orondo
de tu pollera
con el perfume de tu albahaca
que había olvidado
y ahora siento de nuevo
acá en mis manos.
ahí vos
amasás con firmeza
los fideos más ricos
mientras yo te miro
desde la altura de tu delantal.
dale y dale va y vuelve
tu pulso
sobre la mesada rosa
y se ensucian las juntas
los azulejos partidos.
algo truena más allá
de la bomba de agua
vos
te hacés la distraída
y me pedís
que te ayude a limpiar
todo este enchastre
antes de que lleguen los tíos
el abuelo.